Empresas Premium
La forma de evaluar la memoria en personas mayores está cambiando. Durante años, los tests tradicionales han sido la herramienta de referencia: listas de palabras, dibujos, repetir secuencias o localizar figuras.
Esos son ejercicios útiles, sí, pero se quedan un poco cortos cuando la vida diaria es bastante más compleja. Por eso, cada vez cobra más relevancia una alternativa más tecnológica: la realidad virtual.
En cuanto uno se pone las gafas y entra en un entorno virtual, todo se vuelve más cercano a la vida real. Y ahí está el punto fuerte: poder evaluar la memoria en situaciones parecidas a las que una persona vive cada día. Este tipo de herramientas se usan como test para evaluar la memoria, igual que los métodos clásicos, pero con una vuelta de tuerca que aporta mucho contexto y precisión.
Los entornos virtuales permiten medir cómo una persona procesa, recuerda y usa la información mientras realiza tareas que se parecen mucho más al mundo real. En vez de recordar listas, el usuario puede verse en un supermercado, en una calle con cruces, o dentro de una casa donde tiene que seguir instrucciones sencillas. Esto ayuda a detectar pequeñas dificultades en distintos tipos de memoria, como la memoria a corto plazo, la memoria espacial, la memoria prospectiva, así como en la capacidad de recordar detalles auditivos o visuales, dificultades que a veces pasan desapercibidas cuando todo se reduce a fichas y lápices.
Además, la realidad virtual puede controlar al milímetro lo que ocurre en la escena. Por ejemplo, si una persona se distrae fácilmente, en VR puedes introducir estímulos controlados: un ruido, alguien pasando, un objeto moviéndose. Así se observa cómo responde el usuario ante tareas que requieren memoria y atención al mismo tiempo, algo que es muy habitual en la vida diaria.
Al seguir una serie de pasos dentro de un espacio virtual, como abrir un cajón, buscar un objeto y colocarlo en otro sitio, se puede ver cómo la persona retiene información y la pone en práctica.
Muchas pruebas incluyen moverse por un entorno para localizar lugares o recordar rutas. Esto ayuda a evaluar la memoria espacial, esencial para manejarse en casa o en la calle.
La realidad virtual permite plantear tareas donde la información cambia sobre la marcha. Es una forma de ver cómo la persona gestiona varios datos a la vez y los usa en tiempo real para resolver pequeños desafíos.
No se trata de sustituir los métodos tradicionales, que siguen siendo útiles, sino de sumar un enfoque más rico y más parecido a la vida real. Para muchas familias y profesionales, estos entornos se han convertido en una herramienta clave para valorar cómo está la memoria de una persona mayor sin tener que depender solo de las típicas pruebas en papel.
La realidad virtual, con su capacidad para recrear escenarios tan realistas, se está posicionando como una de las formas más completas y naturales de evaluar la memoria en personas mayores.