14 de junio, 2019
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Mónica de la Fuente, catedrática de Fisiología, asegura que el estilo de vida influye mucho más que los genes en el proceso de envejecimiento.

En el simposio del área biológica sobre intervenciones para retrasar el envejecimiento impartido durante la celebración del 61º Congreso Nacional de Geriatría y Gerontología organizado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y 26º de la Sociedad Aragonesa de Geriatría y Gerontología (SAGG), la catedrática de Fisiología, Mónica de la Fuente, ha expuesto la influencia del ambiente social en el proceso de envejecimiento.

Durante su ponencia la Dra. Mónica de la Fuente ha explicado que “Al envejecer tenemos peor salud porque tenemos peor homeostasis. El sistema nervioso, endocrino e inmunitario se ven afectados negativamente, por eso tenemos más probabilidades de tener enfermedades al envejecer”. No obstante, en palabras de la catedrática, ese proceso de envejecimiento no lo hace todo el mundo a la misma velocidad, entrando en juego la edad biológica del individuo como referencia para saber la velocidad con la que la persona está envejeciendo. Pudiendo el sujeto variar su estilo de vida con el fin de ralentizarlo.

Mejorar el proceso del envejecimiento

A la hora de llevar a cabo estrategias para controlar la velocidad del proceso de envejecimiento Mónica de la Fuente afirma, “Si los genes influyen, está demostrado que lo hace en mayor medida el estilo de vida que tengamos. La dieta, el ejercicio físico y las relaciones sociales son clave”.

Para analizar la influencia de las relaciones sociales en el estado de envejecimiento la catedrática de Fisiología ha demostrado que las relaciones sociales positivas mejoran parámetros indicadores de la velocidad de envejecimiento basados en las defensas inmunitarias y en el estado de oxidación e inflamación.

Evidencia científica

Durante la investigación se realizaron tres aproximaciones con animales cronológicamente viejos que cuando conviven con adultos o jóvenes, rejuvenecieron de forma espectacular en tan sólo con dos meses de convivencia, obteniendo unos marcadores de edad biológicas rejuvenecidos y por lo tanto prologando su esperanza de vida.

Por otro lado, en animales que son adultos, pero que están prematuramente envejecidos, caso frecuente también en la especie humana, la convivencia con individuos no envejecidos mejora la velocidad de envejecimiento y aumenta la longevidad.

Incluso esto sucede en animales adultos que están prematuramente envejecidos porque tienen un defecto genético en una enzima que produce las catecolamina que son las hormonas que te permiten contestar correctamente a las situaciones de estrés. “Esto demuestra que el ambiente puede vencer a la genética”, concluye la catedrática de Fisiología.

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