28 de julio, 2016
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La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología sugiere que los mayores que se trasladan de casa habitualmente o por vacaciones lleven consigo un documento clínico informativo que evite problemas ante los cambios de consulta.

Llegadas las vacaciones no son pocas las familias que buscan solución residencial para los mayores que viven a su cargo, sobre todo cuando el anciano no está en condiciones de emprender el viaje programado por la familia. Muchas veces, la solución está en repartirse el cuidado del abuelo entre los diferentes hijos, más ahora que la crisis, los nuevos modelos familiares y la ayuda de la Ley de Dependencia propician que los mayores retornen al modelo llamado “abuelo golondrina”, donde el anciano rota para el cuidado entre sus hijos.

Actualmente en nuestro país, según el INE, la mayoría de las personas mayores de 65 años viven en pareja y sin hijos (el 45%), aunque a partir de los 85 años, el 40,9% de las mujeres y el 21,4% de los hombres viven solos.

Al margen de estos datos, se estima que el 0,6 por ciento de las personas mayores dependientes rota de domicilio con frecuencia y el 2,8 por ciento cambia la casa de un hijo por la de otro al menos una vez al año, sobre todo en vacaciones.

Riesgos para el anciano

Para el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el Dr. José Antonio López Trigo, “cambiar de casa continuamente dificulta la integración del mayor en la familia, en el entorno, en las actividades comunitarias y la relación con otras personas. Cada familia tiene personas y dinámicas distintas y el mayor ocupa un rol diferente. La constante adaptación al cambio puede favorecer la ausencia de rol en la familia”.

Además, la adaptación y ajuste de espacios y horarios domésticos constantes puede dar lugar a conflictos en la familia. La falta de organización familiar en relación a los cuidados provoca sobrecarga en el cuidador principal. La falta de control del entorno doméstico de cada vivienda dificulta la realización de actividades cotidianas, lo que puede dar lugar situaciones de dependencia y sobreprotección y la necesidad de adaptación continua favorece la desorientación, la pérdida de autonomía y la baja participación en la toma de decisiones. El abuelo tiene que adaptarse a una nueva casa, a un nuevo barrio, a un nuevo centro de salud y en ocasiones a una nueva ciudad, que le va a impedir o dificultar el crear una red social más amplia que la de su familia, explica el Dr.López Trigo.

Problemas en la atención médica

Por otra parte, el cambio de domicilio puede suponer un cambio de médicos y otros profesionales de referencia que llevan el seguimiento del anciano, lo que dificulta el seguimiento de su salud y sus tratamientos. Perder el contacto con su médico para saltar de consulta en consulta también puede provocar ansiedad y depresión y disminución del nivel de satisfacción con la vida.

Además, la falta de información, seguimiento o coordinación entre profesionales sanitarios puede dificultar la detección de signos de dependencia o síndromes geriátricos e impedir, por tanto, realizar acciones preventivas que eviten el aumento de dependencia.

El riesgo de que estos pacientes reciban una información insuficiente o discontinua preocupa a la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) que sugiere que los mayores que se trasladen de casa habitualmente o por vacaciones lleven consigo un documento clínico informativo para evitar, en la medida de lo posible, ciertos problemas como la polimedicación, la prescripción de medicamentos innecesarios o la repetición de pruebas diagnósticas.

A pesar de que hoy en día es relativamente sencillo acceder a la historia clínica del paciente, en muchos casos, es el propio abuelo o su familia quienes intentan exponer los antecedentes al médico sobre los diagnósticos, tratamientos o cuidados que necesita el mayor, con el consiguiente riesgo de olvido, además de la sobrecarga en las consultas. Por ello, la SEGG recomienda que el mayor lleve consigo información sobre el diagnóstico y tratamientos en vigor, periodicidad de los controles analíticos, datos de posibles alergias o intolerancias, así como una breve referencia del contexto socio-familiar donde se explique la periodicidad de los cambios de domicilio.

Minimiza los problemas

Algunos consejos pueden ayudarnos a minimizar el impacto del cambio en el “abuelo golondrina”. Para el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, Dr. López Trigo, “es necesario ofrecer al mayor un espacio y lugar específico dentro de la familia, darle la privacidad necesaria, favorecer que siga manteniendo sus rutinas, independencia y autonomía”. Pero, también podemos intentar:

  • Prolongar la estancia en cada uno de los hogares y distanciar los cambios.
  • Mantener una buena comunicación entre los distintos hogares sobre la problemática del mayor.

Entre todos tenemos el reto de acompañar a nuestros mayores, cuidarles y ofrecerles parte de lo mucho que ellos pueden trasmitirnos.

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