por Infogeriatría 27 de junio, 2025
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Hacerse viejo de un día para otro es una sensación que tienen muchas personas y, lejos de parecer un sinsentido, hay base científica que le aporta fundamento. La revista Consumer informa que un estudio de 2024 realizado por la Universidad de Stanford (EE UU) concluyó que las personas envejecen más rápidamente alrededor de los 44 años y, cerca de los 60.

En materia de envejecimiento, los científicos se muestran reacios a generalizar. “El envejecimiento es un proceso multifactorial y por ello hay muchas teorías con diversos enfoques. Es muy probable que tanto la acumulación gradual de daños como los mecanismos programados –como el estrés oxidativo, la senescencia celular y los eventos bruscos (como un accidente, un traumatismo grave) se combinen para determinar el envejecimiento de cada organismo. En este sentido, cada estudio aporta elementos que, en conjunto, ayudan a explicar la complejidad del proceso”, explica la catedrática de Fisiología de la Universidad de Valencia, Consuelo Borrás.

En este sentido, la Universidad de Stanford (EE UU)realizó el año pasado un estudio que constató cómo las personas envejecen más rápidamente alrededor de los 44 años y, cerca de los 60. Los investigadores evaluaron miles de moléculas diferentes en personas de entre 25 y 75 años, así como sus microbiomas, las bacterias, los virus y los hongos que viven en nuestro interior y en nuestra piel, y descubrieron que la abundancia de la mayoría de las moléculas y los microorganismos no cambia de forma gradual y cronológica. Alrededor del 81% de las moléculas estudiadas mostraron más cambios y transformaciones en los periodos mencionados.

En concreto, en las personas de 40 años se observaron cambios significativos en la cantidad de moléculas relacionadas con el metabolismo del alcohol, la cafeína y los lípidos, enfermedades cardiovasculares, piel y músculos. En las personas de 60 años, los cambios se relacionaron con el metabolismo de los carbohidratos y la cafeína, la regulación inmunitaria y la función renal, pero también las enfermedades cardiovasculares, la piel y los músculos.

Estudios sobre el envejecimiento

El prestigioso genetista Steve Horvath, actualmente investigador principal de la empresa de biotecnología Altos Labs, realizó un estudio en 2013 que contradecía en parte lo afirmado ahora por Stanford, ya que establecía que envejecemos en fases más largas. Por su parte, el médico e investigador Salvador Macip, quien actualmente lidera el grupo de investigación en Biología de la Neurodegeneración y el Envejecimiento del Barcelona Beta Brain Research Center (BBRC), afirma que “generalizar en el tema del envejecimiento es complicado. No hay un envejecimiento para todos. Envejecer es algo individual de cada persona e incluso de cada tejido. El hígado no envejece al mismo ritmo que el cerebro o el músculo y, además, el ritmo es diferente entre una persona y otra”.

Ya se sabía desde hace tiempo que alrededor de los 40 y 50 años hay un bajón en la salud de las personas. “A partir de esas edades se acelera el envejecimiento, coincidiendo con la menopausia en las mujeres. Y parece ser que también se registra un bajón de hormonas en los hombres (andropausia), que lo acelera”, relata Macip a la revista Consumer. Lo que no tiene tan claro es el bajón que se sufre, según el estudio de Stanford, a los 60 años. “No está tan claro que esto pueda suceder en todas las personas. La conclusión del artículo es que no envejecemos a un ritmo constante y que los baches podrían ocurrir alrededor de esos años, pero no olvidemos que esto no es algo que vaya a pasar a toda la población en general”, cuenta el profesor Macip.

Manuel Collado, investigador líder del grupo E028 –Senescencia celular, cáncer y envejecimiento– del Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (Ci MUS), recuerda que “conocer la velocidad a la que envejecemos puede tener una gran relevancia individual, puesto que podría permitirnos adelantarnos al deterioro físico. El hecho de que este envejecimiento no sea lineal, sino “a saltos”, hace que nos preguntemos qué factores son los responsables de esos acelerones e identificarlos podría ofrecer la esperanza de actuar sobre ellos para evitar el deterioro”.

¿Cómo envejecen los órganos?

Por otra parte, se sabe también que nuestros órganos envejecen de manera diferenciada. “La evidencia científica indica que cada órgano y tejido posee su propio ritmo de deterioro influido por factores como la tasa de renovación celular, la exposición a factores externos de estrés y las protecciones específicas que cada sistema posee”, como explica Consuelo Borrás. Macip  añade: “El cerebro es el órgano que está está constantemente gastando energía y, tiene más riesgo de acumular más daño. Prueba de ello es que necesitamos dormir en parte para limpiar los desechos metabólicos que se generan durante el día”, indica.

El gran reto de la investigación es descubrir en detalle el envejecimiento cerebral. “Resulta fundamental para desarrollar estrategias de prevención, tratamiento e identificación temprana del deterioro”, analiza el investigador del CiMUS, Manuel Collado. “Por lo que se sabe hasta ahora por diferentes estudios que han podido determinar la edad biológica de cada órgano, existe una enorme relación entre un envejecimiento acelerado de un órgano concreto y el desarrollo de enfermedades asociadas a ese órgano”, añade.

“Estos resultados abren la puerta a plantearnos una medicina preventiva basada en la determinación de la edad biológica de nuestros órganos que nos permita actuar con anticipación de manera específica”, indica Collado. Al final, el envejecimiento es el principal factor de riesgo para padecer casi cualquier enfermedad y eso se puede aplicar a todos los órganos. Como señala Macip, “entender la biología del envejecimiento servirá para curar el cáncer, el alzhéimer, la artrosis o las cataratas, porque la base de la enfermedad es siempre la misa: el envejecimiento”. “Hasta que no lo descubramos no podemos pensar en tratamientos o intervenciones, aunque en las próximas décadas sí que ya tendremos disponibles fármacos para frenar enfermedades –o ralentizarlas– o al mismo envejecimiento. Ya lo hemos conseguido en el laboratorio con animales. Tarde o temprano lo conseguiremos en los humanos”, relata Salvador Macip.

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