1 de julio, 2021
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Para evitar riesgos es esencial una correcta hidratación y aportar agua, infusiones, zumos de frutas, gelatinas, aunque no se tenga la sensación de sed.

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología quiere informar sobre los riesgos de las altas temperaturas para las personas mayores en los meses de verano, sobre cómo detectarlos y sobre las recomendaciones para evitar los efectos adversos en su salud.

Los signos de hipertermia suelen ser el dolor de cabeza, vómitos, mareos, escalofríos, piel seca y enrojecida, calambres musculares en brazos, piernas o vientre, síntomas comunes en todas las edades pero que se deben tener en cuenta de modo especial en las personas mayores. En algunas situaciones, los síntomas pueden pasar desapercibidos o no ser asociados a los efectos del calor. Por ejemplo, la sensación de boca seca y pastosa puede no ser referida por un paciente con deterioro cognitivo o pueden pasar desapercibidos otros síntomas como la desorientación, la confusión o la no sudoración ante las temperaturas altas.

Los golpes de calor son más difíciles de detectar no por el envejecimiento per se, sino por la posible presencia de trastornos cognitivos y funcionales que dificultan la correcta hidratación en un colectivo que presenta una alteración en la percepción de la temperatura y en la sensación de sed.

Las personas mayores, con el envejecimiento fisiológico, registran cambios que afectan al centro termorregulador. Por ellos se modifica la percepción de la temperatura corporal y se dan cambios en la percepción de la sensación de sed favoreciendo una menor ingesta de líquidos.

Las temperaturas extremas son peligrosas a cualquier edad, pero en los adultos mayores –independientemente de la edad que tengan- la presencia de deterioro cognitivo y otras patologías que afectan a la capacidad de comunicar, junto a las alteraciones funcionales, dificultan la correcta hidratación y favorecen que el calor sea más peligroso en estas edades.

Para evitar riesgos es esencial una correcta hidratación y aportar agua, infusiones, zumos de frutas, gelatinas, aunque no se tenga la sensación de sed. Es importante evitar la exposición solar en las franjas horarias de más temperaturas y emplear elementos como gorras y sombreros cuando se esté en el exterior. En el interior de los domicilios es importante mantener las estancias frescas y ventiladas, evitando las prendas ajustadas y el ejercicio físico –siempre recomendable en el adulto mayor- en los momentos del día con temperaturas altas.

Conviene establecer pautas similares a las habituales de modo que se favorezca la mejor adaptación de los mayores con alteración cognitiva a los nuevos entornos y ambientes.

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